Hay enfermeras cuya contribución histórica las ha convertido en heroínas de guerra. Una de ellas es Marthe McKenna, que trabajó como enfermera en un hospital alemán en la Bélgica ocupada por Alemania durante la Primera Guerra Mundial. Mientras realizaba sus labores de enfermería, Marthe se dedicó a realizar tareas de espionaje para los británicos, como enviar códigos cifrados sobre movimientos de tropas alemanas, ayudar a escapar a prisioneros aliados y disfrazarse para obtener información. Sus méritos como enfermera fueron tales que los alemanes le concedieron la Cruz de Hierro, lo que evitó que fuera fusilada cuando se la descubrió in fraganti.
Tras la guerra, publicó un libro de gran popularidad, “I Was a Spy!”, al que Winston Churchill prodigó elogios. En palabras de McKenna: “Al ser mujer, no podía servir a mi patria como soldado. Así pues, elegí el único camino posible”. Un ejemplo de valentía enfermera en tiempos difíciles.