Hace 85 años que murió la educadora norteamericana Anne Sullivan (1866-1936), quien se hizo célebre por lograr que su alumna Helen Keller, una niña sorda y ciega, recuperase la facultad de hablar. La propia Anne también tuvo graves problemas de visión causados por un tracoma, lo que no le impidió ayudar a otras personas a mejorar su calidad de vida. Aunque Sullivan no fuese enfermera, los cuidados que prodigó a su pupila pueden equipararse a los de un profesional de enfermería.
Gracias a la tenacidad de su logopeda, Helen Keller se convirtió en escritora y activista de los derechos humanos. En palabras de la propia Helen: “El infortunio de los ciegos es inmenso, irreparable. Pero no nos priva de compartir con nuestros semejantes la acción altruista, la amistad, el buen humor, la imaginación y la sabiduría”. Estos cinco ingredientes forman parte del patrimonio inmaterial de todo enfermero/a que se precie.