Algunos médicos solo ejercen durante muy poco tiempo, pero la carrera que han estudiado con esfuerzo les acompaña durante toda la vida.
Algo así le ocurrió al escritor Pío Baroja, prestigioso integrante de la Generación del 98, que solo pasó consulta durante dos años en la localidad guipuzcoana de Cestona, tras haber realizado una tesis sobre el dolor. Aunque Baroja afirmaba no tener demasiada vocación, su obra literaria está salpicada de innumerables referencias a la medicina, ya sea por las enfermedades que describe con conocimiento de causa en sus novelas o por los interesantes personajes médicos que aparecen en algunas de ellas, como en El árbol de la ciencia, cuyo protagonista, Andrés Hurtado, es un alter ego del autor. Según Baroja:
“Como médico de pueblo, no hice ningún disparate. Tenía mucha prudencia y cierto escepticismo para hacer disparates”.
Un útil consejo para iniciarse en la profesión médica con buen pie.
Pilar Díaz, presidenta de CTO.